«Clásicos y contemporáneos” es una evolución de la serie #containerland, con la que sedujo a la crítica asiática y basada en su mayoría en el contenedor marítimo como objeto artístico.
“Containerland” es un proyecto que surge de la fascinación del artista por los contenedores marítimos como metáfora de la economía global. El consumo de masas, el desarrollo de la industria pesada o la contaminación son algunos de los temas que están presentes en el trabajo pictórico de Lalo Cruces. Armado de la fina ironía del surrealismo o de la imagen mecanizada y repetida del pop-art, el artista nos propone una reflexión acerca de la sobreexplotación del planeta al servicio del consumismo.
Con esta nueva propuesta artística, Cruces nos invita a que juguemos con los volúmenes y los colores, en su mayoría con obras realizadas en acrílico sobre diferentes soportes como el lienzo, la madera o el metal, nuevas técnicas exploradas por el artista más cercanas a la escultura en obras con volumen de corte más artesano. Todo ello mientras redescubrimos a grandes referentes artísticos del XVI como Vermeer, Caravaggio, Velázquez o Rembrandt, esta vez convertidos en marcas, en arte de consumo masivo y sobreexplotado.
Ni siquiera el arte y sus iconos escapan a una vertiginosa transmutación en marcas comerciales.
“Containerland” es un proyecto artístico que surge de la fascinación del artista por los contenedores marítimos como metáfora de la economía global. El consumo de masas, el comercio global, el desarrollo de la industria pesada o la contaminación son algunos de los temas que están presentes en esta serie pictórica. Armado de la fina ironía del surrealismo o de la imagen mecanizada y repetida del pop-art, el artista nos propone una reflexión acerca de la sobreexplotación del planeta al servicio del consumismo.
«Siempre me ha venido bien la pintura a modo de terapia. Las horas pasan volando con los pinceles y las brochas en la mano. En estos días de #pandemia no va a ser para menos…Creo que son buenos momentos para reflexionar, para darnos cuenta de que llevamos un estilo de vida demasiado acelerado y que nos olvidamos de vivir y disfrutar del tiempo, de las pequeñas cosas, de nosotros mismos. Yo ya llevaba un tiempo simplificando, decidí hacerlo después de unos años de trabajo frenéticos que me pasaron factura. Ahora hasta la pintura creo que la enfoco de otra manera, buscando quizás algo más simple en las composiciones y haciendo más caso a los volúmenes, los colores y las texturas. He aquí, piezas de confinamiento. Por cierto, la naturaleza avisa y nos empieza a poner en nuestro sitio, que no se nos olvide!»